La invitación por parte del Museo Urbano a
intervenir con imágenes el hospital público me predispuso a ensayar una
experiencia. Estoy preguntando, a propios y extraños, sobre lo que ven en esa escena abstracta que monté en
la vitrina del Museo Urbano en el Hospital Argerich. A partir de la
desgrabación de esas respuestas voy construyendo una historia y sigo la
relación entre imagen-museo-hospital.
Rorschach salta a la vista aunque esta
experiencia que ensayo no tiene la fiebre del diagnóstico comparte la inquietud
por los modos de percepción de las imágenes, también la idea de que interpretar
y calificar son marcas de estilo bien diferentes. Mencionar las Kleksografías y
la orientación mesmérica de quien recibió el encargo de registrar por escrito
la evolución de un famoso paciente ingresado al Hospital Clínico de la
Universidad de Tübingen ayuda a resumir el espíritu de un lugar y de un momento
en que ciencia y poesía se infiltraban mutuamente produciendo fallas y borrones. Esta señalización, carta de
intención de futuro, puede agregar Sans Soleil de Chris Marker que también
cuestiona sobre la posibilidad de una imagen, haciendo gravitar imágenes fílmicas
a las que estamos acostumbrados (¿normalizadas?) alrededor de otras procesadas
por un sintetizador.
Seudónimos de cementerio y manicomio, museo
y hospital parecen mostrar, en su superposición, que las imágenes como fármaco (en este caso la farmacia es de Zeuxis y Parrasios)
son recreación de una intuición que no tiene imagen; que en todo caso nos pide
salir de la pantalla y ver alrededor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario